sábado, 5 de septiembre de 2009

para una compañera "suequi"

Llegamos a Suecia desde Dinamarca, en ferry.... con sauna, ya comenzamos a ver que algo diferente nos esperaba. Luego en camioneta hasta la capital. Con parada previa en un campo para armar campamento.
Nuestro grupo, escaso de medios, no sólo hacía mucho camping, si no también mucho campo al costado de las rutas. Se bajaba un compañero, probaba con una estaca la dureza del terreno y según los resultados del cateo, nos instalábamos.
En Suecia, luego de elegir lugar, y ya algo cansados, cuando terminamos de armar todo, apareció el sol, con la particularidad que era medianoche. Por consiguiente se hizo muy difícil dormir.
Pero nada importaba, estábamos en el país del diseño, de la mejor arquitectura, de la más humana, el país de Bergman, para mí, adicto al cine,lo más fascinante, veía en cada hermosa mujer a aquellas actrices de Bergman, conocí en directo "la hora de lobo ".
La terrible inquisición de Bergman, de Strindberg. La literatura de Moberg ( el de "Los emigrantes "), Lagerlöff. Estaba en el país que tanto había recorrido y admirado en la ficción.
Suecia había recibido tantos refugiados latinos con los brazos abiertos, incorporándolos a su tierra, a quienes veíamos en la plaza central de Estocolmo, haciendo su música, juntando firmas en defensa de sus países.
Era el país, cuyo embajador en Chile salvó tantas vidas, sacándolos bajo su propio riesgo, del Estadio Nacional. Entre ellos a Paco,compañero de liceo, a quén reencontraré años después en Montevideo, recibido de arquitecto...habiendo estudiado en Suecia.
El mejor de los recuerdos para un país cálido en el alma a pesar de las temperaturas, de la dificultad del idioma.

1 comentario:

  1. Mis ancestros vikingos no deben haber imaginado que algún día habría en la vieja tierra escandinava, un país llamado "Suecia", "Sverige" en sueco, donde justamente NO han sido "bárbaros", sino un país solidario con los exiliados, e incluso neutral frente a la Guerra Mundial.
    Mi madre recuerda como parte de su niñez, ver pasar a los soldados alemanes por la vereda de su casa en Helsinborg. Ella, chiquita, parada frente a la ventana, observaba inocentemente los destellos crueles en el cielo azul...
    Rara nuestra humanidad... raros somos y hemos sido siempre los humanos.
    Gracias, Daniel, por el cariño que demostrás en tu escrito por mis viejos pagos!!

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